Friday, March 5, 2010

¿Todo este tiempo, dónde ha estado Canadá?

El sacrificio del prisionero de conciencia Orlando Zapata por la libertad de Cuba nos muestra, una vez más, la maldad intrínseca de la dictadura castrista. Cientos de miles de hombres, mujeres y niños han encontrado la muerte a través de estas 5 décadas de pesadilla comunista. Varias generaciones de cubanos jamás han experimentado la libertad de expresión. Sin embargo, el desprecio por la vida humana de los hermanos Castro, no ha podido acallar las voces de aquellos que, como Orlando, prefieren la muerte física a la muerte espiritual.

El mundo debe saber que las expresiones de aflicción de Raúl Castro son falsas. De hecho, lo único que lamenta el general sin batallas, es que el trágico desenlace de Orlando haya llegado en momentos en que, abordado por periodistas brasileños, servía de anfitrión al presidente Lula. Igualmente ridícula era la imagen del heredero en jefe, vestido de civil y mezclado entre presidentes democráticamente electos en la Cumbre del Grupo de Río, celebrada en México. De este modo pisoteba no solo el nombre de Cuba, sino también la razón de ser de una cumbre que se complace en recibir a un sátrapa como uno de los suyos.

Lo que los cubanos desean, y el mundo debe tenerlo bien claro, es libertad. ¿De qué sirven declaraciones de pesar y las demandas de cambio provenientes de las cancillerías del mundo libre? No sirven de mucho cuando en la práctica siguen negociando con la dictadura y condenando el “embargo” estadounidense. En honor a los caídos y los que están por caer, es hora de poner a un lado el antiamericanismo intestino que socava el buen carácter de pueblos libres.

Ha llegado la hora de que Canadá cumpla el rol protagonista que debe cumplir. Nuestro gobierno y los políticos que nos representan, están en la obligación de aliarse al pueblo de Cuba y tomar distancia de la dictadura que lo oprime. ¿De qué sirven tantos “expertos” en asuntos iberoamericanos e instituciones de estudios latinoamericanos financiadas por los contribuyentes canadienses, cuando nuestros parlamentarios no son capaces de pronunciarse públicamente por siquiera uno de los tantos prisioneros de conciencia, que ahora mismo escriben páginas de decoro en las cárceles cubanas? ¡Cuánto cinismo encierran asociaciones tales como Grupo Parlamentario de Amistad Canada-Cuba! ¿Será posible que esos miembors electos del parlamento canadiense no entiendan que, en su paroxismo antiyanqui, están llamandose a si mismos “amigos” de una Cuba que no puede elegir a sus representantes? Entiendan de una vez y por todas que ustedes no son amigos, sino enemigos de Cuba.

El día llegará en que, en una Cuba libre, futuras generaciones sabrán de la dignidad de los checos y la solidaridad de los polacos cuando más se les necesitaba. En un hecho sin precedentes en ningún parlamento del mundo, 90 legisladores polacos afiliados a los dos principales partidos políticos se unieron para adoptar, simbólicamente, a 90 prisioneros políticos cubanos. Esos sí son nuestros amigos, y su gesto no lo olvidaremos.

Tal y como dijera José Martí, quien como Orlando Zapata entregó su vida por la libertad de Cuba a los 42 años de edad, “hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.”

Vaya hoy nuestra gratititud eterna a los hombres que han sacrificado sus vidas por la libertad de Cuba.

Nelson Taylor
28 de febrero, 2010

No comments:

Post a Comment